Algo que hace especiales a las películas no es solo que tengan una buena historia narrativa, sino que logren transmitirte emociones tan reales que parece que salen de la pantalla. Por eso, en este blog quiero presentarte algunas —de muchas— películas que han logrado generar sentimientos tan profundos que, aún hoy, siguen siendo recordadas por muchas personas… o tal vez solo por mí, e incluso inspiran a animadores y diseñadores que sueñan con crear algo así algún día.

Hablando desde el punto de vista de alguien que se dedica a la animación, algo que siempre me gusta reconocer y apreciar al ver una película es todo el trabajo que hay detrás. Un tipo de animación que definitivamente te hace notar esa dedicación es el stop motion. Una película que lo representa perfectamente y que, con justa razón, ganó el premio a Mejor Película Animada, fue Pinocho de Guillermo del Toro. Ese año todas las nominadas tenían razones para ganar, pero yo solo le apostaba a una.

La manera en la que está narrada, los personajes, los paisajes, los movimientos, el guion… todo está tan bien desarrollado que no solo lo ves, sino que lo sientes. Se nota el amor y el cuidado de cada persona que trabajó en ella. No por nada, Guillermo del Toro tardó 14 años en crear esta obra que, más allá de su belleza visual, nos enseña que la animación no es solo para niños.

Son una forma de arte que merece admiración. Cada una nos recuerda las incontables horas de trabajo detrás de cada segundo animado, y lo valioso que es reconocerlo.