Diseñar para el futuro
Porque sí, la animación puede influir muchísimo en el aprendizaje educativo, emocional y social de los niños. Y cuando se usa con intención, puede ser un puente enorme para apoyar su crecimiento.
Algo que a veces olvidamos cuando hablamos de animación es que no solo se trata de entretener, sino también de enseñar, acompañar y crear vínculos. Esta investigación la hice con la idea de generar conciencia y, sobre todo, responsabilidad social en los diseñadores gráficos que trabajan con animación para edades tempranas
Desde esta perspectiva, me di cuenta de que los nuevos diseños pensados específicamente para niñas y niños no solo ayudan a desarrollar habilidades cognitivas, sino que también pueden ser divertidos, funcionales y llenos de significado. Ahí es donde entra el trabajo del diseñador o animador, que debe asumir su rol con responsabilidad y usar sus habilidades para dejar una huella positiva en el desarrollo infantil. De hecho, estudios como los de Mayer y Moreno (2002) demuestran que, cuando se aplican bien, las animaciones pueden aumentar la atención, mejorar la comprensión y hasta motivar a los pequeños a aprender.
Y es que no es solo lo visual o el estilo de dibujo; también importa lo que se cuenta. Todo lo que los niños ven en pantalla deja algo: los personajes, los colores, los gestos, los valores que se presentan… nada es casual. Diseñar para este público va más allá de hacer cosas “bonitas”. Es diseñar con intención. Por ejemplo, hay series como Bluey que con un estilo sencillo logran transmitir muchísimo: empatía, respeto, juego, cariño, y situaciones con las que los niños se pueden identificar de verdad.
Como diseñadores visuales, tenemos una responsabilidad grande, aunque a veces no se vea a simple vista. Crear animación es, al final, crear una realidad que los niños van a observar, interpretar y muchas veces repetir. Por eso, diseñar para niños no es cualquier cosa. Es diseñar para el futuro, para quienes apenas están empezando a entender el mundo.