Better Man: cuando las canciones te cuentan una vida
Es una película sobre fama, sí. Pero más que eso, es sobre miedo, identidad, y sobre todo, reconciliación. No con el público, ni con su carrera. Con él mismo.
No sé si esto le pasa a todo el mundo, pero hay películas que no solo ves, sino que te atraviesan. Better Man es una de esas. Yo pensaba que iba a ver una biopic más, ya sabes, otro recorrido por la vida de un artista famoso. Pero no. Desde las primeras escenas entendí que esto no se trataba de fama, sino de todo lo que hay debajo de ella.
Lo que más me sorprendió fue cómo usaron las canciones. No como en un musical típico donde de la nada se ponen a cantar y bailar, sino como si cada canción fuera un espejo. Cada vez que Robbie canta, no es solo para que suene bonito. Es para contarte algo. Para que sientas lo que él sintió. Es como si en vez de darte un diálogo, te soltara un pedazo de su alma.
El plano secuencia de Rock DJ me dejó en shock. Técnicamente es impresionante, pero lo que me voló la cabeza fue lo que representa: el caos, el descontrol, lo performático. Sentí que estaba viendo cómo se deshacía frente a todos, mientras seguía sonriendo. Y luego llega Angels, con esas transiciones tan suaves pero tan poderosas. Ahí no solo entiendes su manera de ver la vida, sino también el vacío, la búsqueda constante, el miedo de no ser suficiente.
Y entonces llega el momento más simbólico de toda la película: Knebworth. El día más importante de su carrera, con miles de personas frente a él, debería ser su cima. Pero no. Justo ahí empieza una pelea brutal contra sí mismo. Literal. Empieza a ver todas sus versiones pasadas: el niño, el adolescente, el inseguro, el que solo quería que lo quisieran. Se enfrentan entre ellos como si estuviera en guerra consigo mismo. Hasta que termina matando a su versión más pequeña. Y eso… duele. Porque no lo ves como un acto de fuerza, sino de desesperación. Como si tuviera que destruirse para poder seguir de pie frente al mundo.
Better Man no se siente como una biopic. Se siente como entrar en la cabeza de alguien, y quedarte ahí, escuchando, sintiendo, entendiendo.