Todos vivimos el mismo partido, pero nadie lo juega igual
«Win or Lose es una serie que te ayuda a ver que todos estamos pasando por algo. Que a veces juzgamos a los demás sin saber qué están sintiendo por dentro. Y eso es tan necesario. Especialmente en un mundo donde todo parece tan rápido y superficial.»
no tenía planeado ver Win or Lose. La verdad, la puse porque había visto que la gente hablaba bien de ella, pero ni siquiera vi el tráiler, ni la sinopsis, ni sabía si era serie o película. Así de cero expectativas. Cuando terminó el primer capítulo dije: «ah, caray, ¿no era una película?» Y luego empezó el segundo episodio y era la misma historia… pero desde otro personaje. Y ahí sí fue un ¿qué está pasando?
La estaba viendo con mi mamá (que, créanme, para que se quede viendo una serie animada tiene que ser muy buena) y ninguna entendía nada, pero justo por eso seguimos.
Ya para el tercer episodio empezamos a captar que esa era la magia de la serie: ver una misma semana desde la perspectiva de distintos personajes. Y aunque la situación era la misma, la forma en la que cada uno la vivía era completamente distinta. Lo que hizo que no pudiera dejar de verla fue la animación. Es perfecta. Los fondos están tan llenos de vida, que, aunque el foco esté en un personaje, de fondo puedes ver otra historia pasando, otro niño viviendo sus propios miedos, dudas, emociones. Eso me encantó. Se siente como la vida real: mientras tú estás en lo tuyo, hay mil cosas pasando a tu alrededor que no ves.
Y el detalle que más me hizo decir esto sí está bien pensado, fue cómo fueron animados los personajes. Todos los niños —excepto Ira— fueron diseñados con tecnología inspirada en lo que los niños realmente consumen hoy en día. Están expuestos a filtros, pantallas, emojis, stickers y ritmos visuales acelerados, así que su estilo de animación refleja ese mundo digital al que están tan acostumbrados. Se ve moderno, actual, pero además tiene una intención detrás. Ira, por otro lado, es el más diferente, y por eso su episodio también tiene otro estilo: mezclan 3D con animaciones en 2D para mostrar sus fantasías de aventuras. Es el más introspectivo, más imaginativo… y, personalmente, mi favorito.
Después vi el documental del proceso creativo, y wow. Los directores contaban que todo nació de algo muy simple: una reunión con su jefe. Uno de ellos salió pensando que los habían regañado, y el otro creyó que todo había salido perfecto. De ahí surgió esta idea tan poderosa: cómo una misma experiencia puede vivirse de formas completamente diferentes.
Además, es una serie original de Pixar. Y eso importa. Porque este tipo de historias originales, que apuestan por la creatividad y no por rehacer lo mismo de siempre, son las que realmente le aportan algo a la animación. No necesitamos otro remake o live action de una historia que ya conocemos. Necesitamos más cosas como Win or Lose: honestas, emotivas, visualmente potentes y, sobre todo, humanas.